Por: Diego Naveiro – Managing Partner de Home Concierge Argentina
Retener a los profesionales valiosos siempre fue un desafío para las empresas más productivas y competitivas pero la pandemia de coronavirus, como con tantos otros órdenes de la vida, trastocó radicalmente las cosas y hoy los talentos ampliaron sus demandas para sentirse estimulados a quedarse o ingresar a una posición laboral.
En septiembre del año pasado se conoció un dato que nos impactó a todos: el número de estadounidenses que renunció a sus empleos se había elevado hasta un 3% del total del mercado de trabajo, a 4,4 millones, récord para la historia del país.
Según especialistas, esta tendencia tiene atrás componentes que pueden remitir a una profunda reflexión sobre el tipo de vida que uno necesita y desea y/o al cansancio con la situación presente, aunque de una forma u otra todo confluye en la búsqueda de un mejor lugar para trabajar.
El fenómeno se complementa y refuerza con otro fenómeno creciente, como es de los nómades digitales. Solo en EE.UU., el número de nómades digitales ascendió a 11 millones de personas en 2021 respecto a los 7.3 millones que eran en 2019.
Ambas tendencias convergen y sitúan la experiencia del empleado como un elemento cada vez más estratégico para las empresas.
Toda esta realidad le da marco, a su vez, a lo que se conoce hoy en día como «lifestyle management», aproximadamente traducible como «gestión del estilo de vida», una nueva tendencia que está calando fuerte en las empresas y que en forma creciente se incorpora al «salario emocional» de los colaboradores, cuyos componentes no solo se han ampliado y diversificado al compás de la personalización, que es el must de cualquier experiencia, sino que también ha aumentado su participación en el porcentaje total de las expectativas de los empleados.
Según estudios recientes, más del 70% de los trabajadores asegura preferir otro tipo de mejoras relacionadas con el salario emocional que un aumento de sueldo, como formación profesional, mayor conciliación familiar o un ascenso de puesto.
En la Argentina, una encuesta entre las principales empresas del país arrojó, por ejemplo, que más del 60% de los empleados prioriza los beneficios emocionales y de bienestar por encima del salario económico.
El salario emocional son todas aquellas formas – sin carácter económico- de compensar a un trabajador, dirigidas a mejorar su bienestar y calidad de vida: el reconocimiento personal, el teletrabajo, la flexibilidad horaria, los programas de formación, la participación en proyectos tecnológicos de última generación o los planes de desarrollo, son algunas de ellas.
«Este mecanismo de retribución, que se traduce directamente en motivación, fidelidad y compromiso, y le concede a la empresa importantes beneficios al reducir la rotación y mejorar la implicación de sus empleados, puede resultar, además, un elemento de gran ayuda para reducir el absentismo laboral», advierte en un trabajo el Observatorio de Recursos Humanos de España.
La entidad, de referencia en toda Europa, advierte en el mismo documento que «contar con profesionales competentes, formados y felices, que son capaces de lograr resultados positivos e, incluso, sobresalientes en la organización, resulta fundamental para alcanzar el éxito empresarial».
Un estudio de McKinsey traduce a números el beneficio integral que obtienen las empresas al invertir en cuidar los aspectos emocionales de sus empleados: el retorno económico para las organizaciones es de 4,25 dólares por cada dólar invertido, según el mismo trabajo.
El concepto de «lifestyle management», en tanto, ha incrementado su protagonismo dentro de las demandas del salario emocional como consecuencia del incremento de las complejidades de la vida moderna, donde la falta de tiempo es tan crítica que cada vez más delegamos en terceras personas la gestión de nuestro ocio y de nuestras necesidades personales.
La crisis sanitaria, aunque en muchos casos nos devolvió obligadamente tiempo en las duras épocas de los confinamientos, profundizó este fenómeno porque el coronavirus, entre otras cosas, nos puso como nunca ante la conciencia de la finitud de nuestra vida y nos desafió a intentar aprovechar al máximo el tiempo que tenemos disponible.
Fue precisamente por esta realidad que en Home Concierge quisimos sumar valor al sector corporativo, con el objetivo de ofrecerles a las empresas la posibilidad de darles a sus colaboradores un «salario emocional» que les signifique una asistencia, por ejemplo, para viajes, acompañamiento a actividades, facilitación de trámites, que consideramos redundará en un beneficio en materia de productividad y concentración del colaborador.
Nuestra propuesta se ha diversificado también en el establecimiento de alianzas con instituciones, como cámaras sectoriales y asociaciones profesionales, para abrirles la posibilidad de que puedan poner a disposición de sus miembros nuestra plataforma de servicios personalizados de concierge privado.
Con los servicios de lifestyle management las empresas pueden colaborar con aliviar el estrés de sus colaboradores a partir de proveerles una red de asistencia para que puedan delegar tareas, ayudarlos en la gestión de trámites o en el cuidado de familiares a cargo.
También nuestra propuesta se consolida como una solución integral y acorde para asistir a los padres y/o abuelos y otras personas mayores de los profesionales cuya atención también les quita tiempo que podrían dedicar a disfrutar con ellos y/o enfocarse en sus objetivos laborales.
Las entidades, por su parte, pueden darles beneficios de «gestión del estilo de vida» a sus miembros, incluso después de que se retiran del ejercicio activo de la profesión que los nucleó en la entidad, etapa en la que necesitan otros estímulos para seguir ligado y mantenerse fiel.
Estamos ante servicios de incentivo que constituyen un «salario emocional» ideal no solo para la retención de colaboradores sino también para motivar cambios y recompensar el cumplimiento de objetivos, creando lazos más estrechos y duraderos, lo que a su vez colabora con la transformación de la compañía en una «employer branding», o «marca empleadora» en función de los atributos que la destacan para atraer mejor talento.
Nuestra sociedad actual ha generado una serie de demandas propias del tiempo que nos ha tocado vivir.
Entre reuniones empresariales, viajes y juntas de negocios, resulta un verdadero desafío resolver alguna situación de la vida cotidiana o encontrar la forma de pasar momentos que rompan con la rutina, de disfrutar de las cosas que nos apasionan.
El concierge, como parte de la estrategia de lifestyle management, realiza ese trabajo de manera minuciosa, segura, profesional y fundamentalmente empática, al punto de que puede convertirse también en un aliado para el cumplimiento de sueños postergados, paradójicamente, por el éxito profesional.
Un verdadero «consultor de estilo de vida» o «conserjes de estilo de vida» debe poder ayudarlo en todo, desde la gestión de diligencias personales, hasta el logro de objetivos de acondicionamiento físico y nutrición, hasta la organización de experiencias únicas en la vida.
Debe estar siempre disponible, es decir trabajar 24/7 para el cliente.
¿Lleva meses queriendo asistir a un espectáculo y no se hace del tiempo para adquirir las entradas e insertar el evento en su agenda? El concierge debe ocuparse de que, lo más rápido posible, se siente en la primera fila.
¿Cómo es que no tiene tiempo para ir a caminar, tomar clases de baile o un curso de cocina? Pruebe compartírselo a su concierge.
Por eso, un servicio que aspire a agregar valor para las empresas y sus colaboradores debe estar basado en la capacidad de profundizar en el estilo de vida de cada empleado, en conocer rasgos únicos de su personalidad, gustos, aspiraciones y objetivos, con la finalidad de responder con certeza a todos sus requerimientos y, sobre todo, crear experiencias significativas diseñadas a su medida.